Islas Lennox, Nueva, Picton y Navarino
(Archipiélago austral de la Tierra del Fuego, parte oriental)

La circunstancia de haber sido abrumadoramente de nacionalidad croata el personal con el que trabajó Julio Popper sus lavaderos no fue irrelevante en lo que se refiere a nuevos hallazgos auríferos, particularmente en lo referido a las islas situadas al sur del canal Beagle.
En efecto, pasar de Sloggett, tierra argentina, a explorar las islas chilenas del sur no mediaba sino una jornada en bote, y un buen día tal vez a fines de 1887 o comienzos de 1888 algún minero queriendo explotar para su provecho placeres auríferos, costeó la Tierra del Fuego, cruzó el Canal Beagle, recorrió el litoral de Picton y demás tierras vecinas y dio también con oro aluvial en Lennox y en Nueva. Quizá el descubridor fuera dálmata como tantos otros trabajadores de los establecimientos de Popper, pues solo así se explica el entusiasmo febril, más aún verdadera locura aurífera, que se suscitó entre los inmigrantes de esa nacionalidad.
Y la noticia llegó primero como correspondía a Punta Arenas, vago anuncio en un comienzo, feliz confirmación más tarde, circunstancia que motivó la preocupación de la Gobernación del Territorio, discurriéndose el envío del vapor Toro de la Armada Nacional, por entonces de estación en el Estrecho, hacia las islas australes en misión de patrullaje a fin de permitir la constatación de lo que en tan lejano dominio podía estar ocurriendo. Corría octubre de 1888, en la nave chilena se embarcaron los dos primeros buscadores conocidos de que hay memoria: Juan Simón Paravic y Enrique Saunders. El Toro tocó en la isla Nueva donde Paravic y Saunders hallaron indicios auríferos, luego en Picton y otras costas para retornar sin que el comandante de la nave permitiera que los dos intrépidos buscadores quedaran solitarios y faltos de auxilio en tan remoto como aislado sitio.
Una vez aquí, quizá más de alguno impresionado por la rudeza de las condiciones ambientales y por la mezquindad del poblado, entreviendo cómo habría de ser de duro allá en el lejano sur, habrá sentido flaquear su ánimo de minero en ciernes y presa del desaliento habrá largado por la borda la dorada empresa.
Para 1890 ya se habían instalado unos trescientos mineros, repartidos entre Picton, Nueva, Lennox y la costa oriental de Navarino. También de los primeros habían sido Juan y Simón Boric, Pablo Babarovic y Mariano Bilus que faenaban en Lennox, mientras Vicente Fodic y otros compatriotas laboraban en Navarino. En Nueva hacían en 1891 otro tanto los dos Trebotic y su grupo.


A mediados de 1891 unos quinientos hombres arribaron a las islas del sur del Beagle contagiados por la fiebre aurífera. La totalidad de este tremendo contingente era de nacionalidad eslava: hombres jóvenes, sanos y fuertes, estaban hechos para enfrentar la rudeza de los elementos y la geografía australes, y las penurias, fatigas y privaciones que necesariamente imponía la empresa que tentaban acometer. Entre tantos había pioneros como Pedro Peric y Francisco Tomsic, o como Francisco Eterovic, Antonio Martinic, Santiago Vrsalovic y Antonio Mladinic; los primeros faenaron en las playas y barrancas de Lennox, en tanto que los segundos, buscaron en Windhond (Navarino) y posteriormente en aquella isla, para proseguir después en chalupa hasta las islas Wollaston.
Para tener otra idea de lo rendidores que eran los placeres auríferos, señalamos con Lautaro Navarro Avaria que entre diciembre de 1891 y febrero de 1892 una compañía de catorce mineros dálmatas extrajo de la isla Lennox ¡ciento quince kilos de oro! Otros, en la misma isla abrieron un pique de nueve metros de profundidad y obtuvieron solo en un día catorce kilos del preciado metal. Pero no solamente la fortuna sonreía a los hijos del Adriático, también y generosamente lo hacía con los hijos del país: en 63 días de trabajo una partida de cinco mineros chilenos extrajo de la fabulosa Lennox poco más de 48 kilos de oro.
La fama aurífera de las Islas Australes cundía entre tanto y para 1893 trabajaban repartidos entre las islas tantas veces nombradas un millar de hombres, la inmensa mayoría de los cuales era de origen eslavo. Estos improvisados mineros extrajeron, según lo aseverado por documentos oficiales, entre 1891 y 1894 aproximadamente dos toneladas de oro, rendimiento que por sí solo habla de la riqueza aurífera acumulada en las islas a lo largo de los siglos.
Con todo, hacia el año 1894 ya se advierte el declinar de la explotación; los mejores y más accesibles sitios de laboreo fueron trabajados y repasados hasta su agotamiento y aún antes de que esto ocurriera ya los mineros habían explorado otros lugares que luego explotaron al máximo para abandonarlos al cabo y en seguida ubicar otros y así sucesivamente, hasta que la totalidad de las costas accesibles registraron la impronta del minero. Para 1895 el interés se concitaba especialmente en el litoral sur de Navarino, donde además de los sitios ya conocidos se registraban laboreos en punta Guanaco, que señala el extremo sudoriental de la isla, enfrente precisamente de la ya casi agotada Lennox

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